Soy un ser social
tu, yo... NOSOTROS
Me relaciono
El ser humano ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza. Si acudimos al relato de la creación podemos encontrar las respuestas a estas preguntas importantes: cómo creo Dios al hombre? Para qué le creo? Le creó en solitario? Qué puesto ocupa el ser humano entre las cosas creadas?
En este tema vamos a profundizar en dos realidades fundamentales del ser humano:
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Fue creado a imagen y semejanza de Dios.
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Fue creado para vivir en comunidad.
A IMAGEN DE DIOS
Al principio creó Dios el cielo y la Tierra, dice el primer versículo de la Biblia. Con esto se indica algo novedoso: Dios ha creado todo de la nada. Es un dar puramente libre y generoso: si Dios necesitara lo creado, se trataría de un ser imperfecto (ya que le faltaría algo) y no podría ser Dios.
Pero además, el texto bíblico afirma: Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno (Gén 1, 31); es decir, el fondo de todo lo real es positivo. La visión cristiana es optimista: las cosas son el fruto del amor gratuito de Dios.
En el Génesis se nos revela que el ser humano ocupa un lugar único entre lo creado. El capítulo primero relata que en el último momento (el sexto día) —cuando todo estaba ya dispuesto para acogerlo— dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (Gén 1, 26). Veamos el video “A imagen y semejanza” que encuentras más abajo
Al observar una fotografía, la imagen nos recuerda a la persona retratada en ella. Es habitual también que un hijo se asemeje a su padre o a su madre. Pero ¿de qué modo el hombre es imagen y semejanza de Dios?
El hombre es imagen de Dios en el sentido de que es capaz pensar, amar y ser libre y esto es posible porque Dios creó al hombre dotándole de cuerpo y alma (Gén 2, 7), es decir, de materia y de espíritu. Estas dos dimensiones, material —la arcilla— y espiritual —el aliento de vida—, están unidas en la persona humana. En buena parte, heredamos el cuerpo de nuestros padres. Sin embargo, el alma inmortal es creada directamente por Dios.
El relato del génesis también nos afirma que Dios nos hizo hombre y mujer para ser un reflejo de Él. Todos sabemos que cuando un hombre y una mujer se unen como una sola carne, esta unión es capaz de dar a luz a una nueva vida. Dios creó seres humanos – hombre y mujer – para que también podamos darnos el uno al otro, y así recibirnos como regalo. Las diferencias entre los sexos no son accidentales, sino que fueron establecidas por Dios para ser un reflejo de Su misma identidad y de la relación a la que estamos llamados a vivir con Él.
Si esto es así, si Dios creó al hombre y a la mujer, iguales en dignidad pero diferentes en género, ¿qué dice la antropología cristiana, es decir la concepción que tiene el cristianismo sobre el hombre, sobre la idea de que la identidad sexual depende del entorno en el que cada uno se desarrolla?. La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en el libro que el papa Benedicto XVI regalo a los jóvenes en la Jornada mundial de la Juventud de Brasil en el año 2013:
CREADOS PARA VIVIR EN COMUNIDAD
El ser Humano es un ser en relación, un ser inacabado que tiene la misión de construirse como persona a lo largo de su existencia y para lograrlo, requiere establecer adecuadas relaciones con:
* él mismo, mediante la constante preocupación por crecer cada día como persona.
* los otros, es decir, con los demás seres humanos, mediante la vivencia de la solidaridad cuya máxima expresión es el amor. Cuando nos relacionamos con los otros surgen grupos naturales que formamos: La Familia, el Colegio, los Amigos, la Sociedad y la Iglesia. Existen también otros grupos que se forman por intereses o aficiones.
* lo otro, es decir, con todos los seres de la naturaleza, de la cual él es un ser más, que debe responsabilizarse de su cuidado y crecimiento permanente;
* El Otro, el Ser Superior, el Trascendente, totalmente distinto del ser humano.
Desde esta perspectiva del ser humano como ser en relación, la vida de las personas adquiere inagotables posibilidades; vivir deja de ser un simple proceso biológico, casi mecánico, para convertirse en el espacio en el cual cada quien construye su propia persona de acuerdo con los valores e ideales que posea. Es a través de las relaciones que entablan el hombre y la mujer con los demás, de su permanente relación con la naturaleza por medio del trabajo, la investigación, el arte; de su constante deseo de progresar, de ser mejores, y de la relación con el Ser Superior, como pueden realizarse como personas y cumplir la misión para la cual vinieron al mundo.
Manifestaciones de nuestra realidad comunitaria.
Como podemos concluir de lo anterior, todos los seres humanos hacemos parte del gran conjunto de la humanidad, participamos de la misma naturaleza y tenemos los mismos derechos y deberes; pertenecemos a un sistema llamado sociedad, en el cual cada uno(a) de nosotros(as) tiene una misión que cumplir para el bienestar de todos. Esa dimensión comunitaria, cuyo desarrollo es indispensable para la realización de las personas, tiene diversas manifestaciones:
Al relacionarnos con LOS OTROS surgen grupos naturales que formamos: LA FAMILIA, EL COLEGIO, LOS AMIGOS, LA NACIÓN Y LA IGLESIA.
a. La familia
La familia, como vimos el curso pasado, es el primer grupo en el cual crecemos como seres humanos y aprendemos a compartir. En ella recibimos el don más precioso: LA VIDA. El hecho de existir en familia surge del compartir la misma sangre; por eso decimos que somos COSANGUÍNEOS. Pero aclaremos que no se trata del plasma sanguíneo, sino también de lo que la sangre simboliza: LA VIDA.
Al principio, cuando Dios crea al hombre tiene un deseo concreto de que hubiera dos maneras de ser «humano»: Y creó Dios al hombre a su imagen: a imagen de Dios les creó; varón y mujer los creó (Gén 1, 27). Él ha creado directamente al hombre y a la mujer para que vivan en comunión, para que formen una familia y transmitan la vida humana. Los dos son, con la misma dignidad, imagen de Dios.
Una vez que Dios hubo creado a Adán y Eva, lo primero que les dijo fue: Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen los peces del mar, aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la Tierra (Gén 1, 28). De estas palabras se deducen dos enseñanzas fundamentales:
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Sean fecundos y multiplíquense. La Biblia señala la complementariedad entre los sexos (varón y mujer los creó) para el mantenimiento mutuo (No es bueno que el hombre esté solo) y la procreación (Sed fecundos y multiplicaos). Dios da al género humano la facultad de cooperar en la obra de la Creación de una manera única: dando lugar a nuevas vidas humanas.
Según el plan de Dios, esta procreación se realiza mediante la unión del hombre y la mujer en el matrimonio: Por eso, abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne (Gén 2, 24), formarán los dos una familia abierta a la vida.
2. Llenen la Tierra y sométanla. Dios confía a la humanidad el dominio de la Creación. Pero este dominio no ha de ser arbitrario y destructor, sino responsable y racional. Dios nos ha dado inteligencia y voluntad para que administremos los bienes y unas condiciones de vida verdaderamente humanas para todas las personas.
El trabajo, por lo tanto, es consecuencia de la especial dignidad del ser humano. Gracias a nuestra actividad, podemos mejorar el mundo, perfeccionarnos y santificarnos glorificando a Dios y sirviendo a los demás, en especial, a los más necesitados.
Nuestro amor por la vida familiar, por nuestro padre se expresa claramente en el Cuarto Mandamiento que nos dio Dios: El cuarto mandamiento nos manda honrar a los padres y amar a toda la familia. En el Antiguo Testamento se dice: «Ama a tu padre y a tu madre, como te lo ha ordenado Yavé, tu Dios. Vivirás largos años y serás feliz en la tierra que te da Yavé, tu Dios» (Dt 5, 16).
b. Los amigos
Todos crecemos. Salimos de la familia y encontramos otros a quienes llamamos vecinos o compañeros de curso en el colegio. Con ellos entablamos una relación de Amistad. Según esto, “amigos” con quienes establecemos una relación permanente de amistad. Componentes de esta relación son el encuentro frecuente, compartir intereses y experiencias, compañía, apoyo...
Hay que saber mantener las amistades. Las amistades se cultivan, maduran. Es fácil hacer amigos, pero es mucho más difícil mantenerlos. La vida pone a prueba la generosidad, la lealtad, el agradecimiento, y no siempre se sale bien de ella. De aquellos amigos de la universidad, poco a poco la lista se hará menor. De un grupo de 30 o 40 amigos, acabarán quedando, para toda la vida 3 o 4. Pues aunque al principio parezcamos “inseparables”, las amistades cambian.
Así como la amistad sana es un valor esencial para nuestras vidas, el tener una amistad con la persona equivocada puede serla fuente de muchos dolores de cabeza. Problemas de droga, delincuencia, baja en el desempeño profesional, problemas familiares son unos cuantos efectos de las malas amistades.
La amistad es compartir, pero no es complicidad. También es importante recordar que somos personas individuales, con una conciencia individual. El hecho de que tal o cual amistad "lo haga", no significa que nosotros debemos hacerlo. Tampoco podemos esconder nuestra conciencia individual en una conciencia "compartida". Es el caso típico de alguien que se mete en problemas serios porque salió con los amigos y se perdió el control. "Más vale solo que mal acompañado" es un adagio que, de haber sido practicado a tiempo, podría haber evitado muchos problemas.
c. El Colegio
Al crecer salimos del seno de la familia y comenzamos a descubrir otros ambientes que van formando nuestra mente y nuestro desarrollo social. El Colegio juega un papel importante en nuestras vidas pues nos abre nuevos horizontes y nos da la capacidad de trazar planes y proyectarnos. Nos ofrece la posibilidad de acceder al conocimiento y desarrolla integralmente nuestros dones y capacidades.
Quienes pertenecemos a la Pureza de María somos de la Familia y participamos de diversas maneras en ella:
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La inmensa mayoría estamos en colegios y nuestra pertenencia se concretar en ser, conocer y vivir como nos lo enseña Madre Alberta.
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Hay otros que queremos involucrarnos un poco más y por ello nos unimos a alguno de nuestros grupos pastorales o comunidades de Vida: Foc y Deja Huella
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También existe un grupo para las familias se llama MFA, Movimiento Familia Albertiana.
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¿Y las hermanas? Sí, las hermanas también forman la familia de la Pureza de una manera especial, ellas, con su vocación religiosa, han recibió la llamada de Jesús para dedicarse por entero al servicio de los demás de la misma manera que lo hizo M. Alberta, educando.
¿Recuerdas la Vida de Alberta?, Lee con atención.
“Érase una vez la familia Giménez. El padre se llamaba Alberto y la madre Apolonia. Tuvieron dos hijos, Alberta y Saturnino. Alberta, que era la mayor, nació en Pollensa, un pueblecito de la isla de Mallorca, el día 6 de agosto de 1837, pero le gustaba celebrar su cumpleaños el día 7. Ése era el día de su Bautismo. Ella solía decir: “Nací para el cielo y a él dirigiré todas mis aspiraciones”.
La familia se trasladó a la ciudad de Palma. Cuando Alberta creció, sus padres le pusieron un profesor particular. Entonces no había tantos colegios como ahora. El profesor se llamaba Francisco. Alberta era una jovencita buena, alegre y responsable.
Francisco y Alberta se hicieron novios. Debido al trabajo de D. Alberto, que era militar, la familia Giménez marchó a Barcelona. Allí Alberta se hizo maestra. Al volver a Palma, Alberta y Francisco se casaron.
Alberta y Francisco tuvieron cuatro hijos. Los tres primeros murieron pronto, y se quedaron con el pequeño Albertito. Alberta sufrió mucho, y más aún cuando su marido Francisco enfermó y murió. Alberta rezaba y le pedía ayuda a Jesús.
Y en esto, pasó lo siguiente: El Obispo de Mallorca, Don Miguel Salvá envió que dos hombres visitaran a Madre Alberta y le ofrecieran hacerse cargo de la Dirección de un Colegio decaído que había en la calle “La Pureza”, era el 2 de marzo de 1870.
M. Alberta, que acababa de perder a su marido D. Francisco Civera, aceptó una propuesta que aparentemente no prometía mucho. En esta petición vio que el Espíritu le estaba invitando a abrirse y comprometerse a un reto: educar a la mujer de manera integral ya que en aquel momento estaba desfavorecida, y sin posibilidad de estudiar, de formarse, de valer por sí misma en comparación con los hombres. Sus padres se cambiaban a una casa cerca de esa calle y así, los abuelos se podían hacer cargo de su hijo y ella le vería todos los días.
El 23 de abril de ese mismo año, Dña. Alberta entraba por las puertas de ese caserón dispuesta a hacer resurgir un colegio y crear un sueño: la educación de la mujer en Mallorca y fuera de ella.
Así como el Espíritu actuó en Pentecostés en los Apóstoles, también actuó en la vida de Madre Alberta y en la obra de la Pureza. Reconozcamos los signos de la presencia del Espíritu en la Congregación, por ejemplo: ser sensible a las necesidades sociales, responder sabiéndose enviadas en el nombre de la Iglesia, estar presentes con las personas acompañando mediante la educación…
Esto era el comienzo de una larga historia… ¡Ahora te toca a ti descubrir esa gran familia que fundó Alberta, La Pureza y que se encuentra por todo el mundo!
d. La Nación
Un cuarto grupo al que pertenecemos es la comunidad o la sociedad. Con este nombre vamos a referirnos a nuestros vecinos del sector, a los de nuestro barrio, a los de la ciudad, a los de nuestro país, a los de nuestro continente.
La sociedad fortalece sus relaciones cuando cada uno de los que la forman toma conciencia de las necesidades y los problemas de todos, frente a los cuales trabajan unidos. Nos sentimos identificados y nos vemos empujados a ASOCIARNOS para lograr beneficios comunes. En la comunidad compartimos la experiencia de la unidad. Pensemos por ejemplo en los diversos grupos existentes: La acción comunal, los sindicatos, los gremios de artesanos... etc.
Si analizamos nuestra realidad, podemos ver que la sociedad colombiana está caracterizada por una serie de valores y de costumbres que nos dan la identidad nacional. Imagina por ejemplo las fiestas y los días especiales que en los diferentes pueblos se celebran. Toda la comunidad se reúne para celebrar y compartir. El colombiano es recursivo alegre, abierto, capaz de transformar su entorno. El colombiano es trabajador y puede llegar muy lejos con su tenacidad y esfuerzo.
Pero no todo es celebración y progreso, existen también una serie de realidades que están a nuestro alrededor y que debemos reconocer para superarlas y para cambiarlas. Existen muchas diferencias sociales, la pobreza y la injusticia llaman a nuestra puerta. La corrupción y la doblez no permiten a la nación un desarrollo verdadero. El problema de la paz no termina por aclararse. Esta es nuestra sociedad, y si realmente pertenecemos a ella hay que comenzar con pequeñas soluciones.
e. El mundo y la comunidad humana
Si abrimos fronteras, pertenecemos a un mundo mucho más grande que exige también de nosotros una postura responsable y solidaria. Yo tenía un profesor que decía “si cuando ves a un niño en la calle, sucio, sin qué comer ni con qué vestirse y tu vida no cambia... Has dejado de vivir”... y cuánta razón tenía Fabio, mi profesor, por que quien no se impacta ante una noticia de hambre, de guerra, de bombardeos por lo menos tendría que IMPACTARSE porque ha dejado de ser humano y de vivir en el mundo. En la medida en que cada persona sienta como propios los problemas y necesidades de los demás y trate de aportar soluciones, se estará avanzando en el camino de la solidaridad. Pues mientras toleremos la existencia de tantas desigualdades sociales, no podrá hablarse de auténtica comunidad humana y, desde luego, no podrá existir una verdadera paz en el mundo.
Todo el universo, la naturaleza entera, son regalo de Dios para todos los seres humanos, para que utilizados de manera racional y justa permitan la realización de las personas. Es necesario que todos, desde los individuos hasta los gobiernos de las naciones deben tener el arte de gobernar para el bien común. La política no puede ser sinónimo de politiquería ni engaño; por el contrario, debe ser expresión de la dimensión comunitaria humana y medio para buscar el bien común. Su ejercicio dignifica y enaltece a las personas.
El Papa Francisco publicó el 18 de junio de 2015 la encíclica Laudato Si´(ha sido traducida al español como Alabado Seas). Laudato Sí es la frase inicial del Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís. Alabado seas, mi Señor, cantaba San Francisco, por nuestra madre tierra, esa casa común que todos debemos cuidar. San Francisco es el patrón de la ecología. A continuación tienes una ficha de trabajo sobre esta encíclica. Descárgala y realiza el trabajo que allí te dicen.
Formo Grupos
Vivo en el mundo
Más allá de mi ser
F. la Iglesia
Desde siempre el hombre ha sentido la necesidad de acudir a Dios pues se sabe limitado y pequeño ante la grandeza del universo. Aunque es inteligente, su “poderío” tiene límite y por eso reconoce que hay Alguien más grande que él a l que debe respeto, obediencia y adoración. Esta realidad se manifiesta por medio de la religiosidad que surge cuando el ser humano alcanzó su condición de homo sapiens-sapiens; por eso podemos constatar, en los vestigios culturales de los humanos primitivos, muestras de esa religiosidad. Al repasar la historia de nuestros antepasados muiscas, encontramos que creían en muchos dioses; practicaban infinidad de cultos con los cuales pretendían merecer la ayuda y buena voluntad de esas divinidades; ofrecían sacrificios en honor de ellas.
Ese carácter religioso siempre se manifestó en la comunidad. A través de toda la historia de la humanidad se puede comprobar que el fenómeno religioso se presenta de manera comunitaria. Por eso con frecuencia se habla más de la religiosidad de un grupo humano o cultura que de la religiosidad de la persona.
Sabiendo que Dios eligió un pueblo para salvarle en comunidad, es necesario hablar de un grupo que nos acoge a todos los hombres, el Nuevo Pueblo de Dios, La Iglesia. Aunque este tema lo veremos más adelante, podemos afirmar aquí que la Iglesia es la comunidad de seguidores de Jesús que están unido a Él por medio de la fe y los sacramentos. Esta comunidad está formada por:
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todos los bautizados que trabajan aquí en la tierra por construir el Reino de Dios
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por todos los que ya han muerto y están purificándose para gozar de la presencia de Dios
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por todos los santos que ya están en el cielo.